Arquetipos de la jardinería japonesa
Tabla de contenido
- 1. Desde hace tres siglos ...
... Japón diseña espacios de meditación en comunión con la naturaleza. Representan el universo y están concebidos para inspirar vitalidad y serenidad. Como un fluir constante de sensaciones, colores y texturas, el diseño de los jardines japoneses fue concebido como un instrumento para conseguir la correcta percepción de la realidad. Deberían admirarse como una pintura o una caligrafía, ante los que la apertura de la mente es esencial
- I. Introducción
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Han sido necesarias terribles catástrofes ecológicas para que Occidente empiece a recordar que la tierra está con vida y tiene su propia conciencia.
Cualquiera de nosotros se vería obligado a reconocer que las piedras, las plantas, los animales y el hombre forman parte de la naturaleza de este mundo, y constituyen una unidad imposible de romper. Pero, arraigados en Occidente y sus tradiciones, tenemos grandes dificultades para admitir la idea oriental de que también las piedras poseen una conciencia, ya que, por el momento, somos incapaces de medirla con métodos científicos. Como mucho podríamos transigir con la idea de que las plantas y los animales tienen una conciencia, e, incluso, hasta podríamos entender la expresión de que el universo entero "toma conciencia" cuando un hombre es consciente de sí mismo como habitante de la tierra, una tierra que a su vez forma parte del universo. Sin embargo, nos resultará dificil admitir una conciencia "iluminada", es decir, una conciencia que es consciente de sí misma.
Precisamente, el momento en el que la conciencia es consciente de su propia existencia representa para los místicos orientales ese delicado momento en el que se abre una flor en el jardin del universo: el paraíso del loto. Es el momento de una implosión cósmica, comparable tan sólo con el momento de la gran explosión cósmica que dio origen al universo.
Los iluminados creen que el paraíso del loto está en cualquier lugar. Los mortales, por el contrario, buscan su paraíso del loto en el jardín. Así puede decirse que la historia de la jardinería japonesa es también la historia de la búsqueda de un paraíso del loto.
Sin embargo, el jardin japonés no es tan sólo simple "naturaleza" -shizen, por emplear la palabra japonesa que literalmente significa "ser que se ha creado a sí mismo"-. El jardin japonés ha sido desde siempre una naturaleza creada e ideada por el hombre. Se incluye en el campo de la arquitectura y es una síntesis de arte y naturaleza.
- II. El sentido japonés de la belleza.
En Japón hay que diferenciar dos tipos de percepción de la belleza: el japonés descubre y admira la belleza por un lado en la forma natural y casual, y por otro en la forma perfecta creada por el hombre.
En el sintoísmo, la religión por excelencia del Japón, suele adorarse aquello que es único en la naturaleza, como go-shintai, la morada de una divinidad. Go-shintai puede ser una roca con forma extraña, un árbol curtido por el clima a lo largo de los siglos, una montaña escarpada de modo insólito, o una cascada de tamaño y forma imponente. En las primeras etapas de la historia japonesa el hombre empleó de forma consciente esta belleza casual de la naturaleza. Las complicadísimas técnicas de la cerámica vidriada o las manchas caligráficas son un ejemplo del papel tan importante que el azar desempeña en el arte japonés. La cultura japonesa descubre una belleza en lo "casual".
A la vez, esta cultura también reconoce la belleza en las formas que el hombre ha creado sistemáticamente: en las delicadas proporciones de una mampara de papel, en las celosías de madera de las fachadas de las tradicionales casas urbanas, o en el claro perfil del sistema de módulos de la arquitectura japonesa.
Estas dos formas de percibir la belleza, como una casualidad natural o como una forma perfeccionada por el hombre, no son alternativas que se excluyen, siendo, por el contrario, su cultivo simultáneo y la superposición consciente de ambas, lo que mejor caracteriza la estética tradicional japonesa. Se puede ver en todas las facetas del diseño japonés esta superposición constante de lo metódicamente racional y de lo casual, del angulo recto y de la forma natural: en los nichos de adorno (tokonoma) de las salas de té con una caligrafía dentro, o en los marcos rectangulares de una tradicional pared que impone su sello a la imagen de un grupo de rocas naturales.
En las cinco grandes épocas del arte japonés reconocemos siempre variaciones de la simbiosis figurativa entre el angulo recto y la forma natural. Desde sus comienzos, la tradición del jardín japonés es paralela a la formación de los primeros núcleos urbanos y palaciegos. El jardín surge con el triunfo de la civilización, y, a partir de ese momento el hombre separa determinadas formaciones naturales del contexto de la naturaleza, concibiéndolas como algo nuevo y distinto. Esa separación, a través de un muro, hizo cambiar la percepción de la forma natural a través de sus angulos rectos. Este proceso es algo común en la mayoría de las culturas, pero en el arte japonés se intensifica el efecto de ambos principios normativos -lo que crece de forma natural, lo informe, y lo ortogonal y racional-. Sin el contraste de un marco visual ortogonal o un fondo reticulado, algunos fragmentos de rocas, por mucho cuidado que se hubiera puesto en su elección, difícilmente podrían reconocerse como un jardin. Por eso el "jardín" en Japón no puede ser estudiado al margen de la arquitectura.
La búsqueda de una unidad perfecta de esta antítesis, la búsqueda de de una especie de unión mística estética, es el motivo permanente en la percepcion japonesa de la belleza.
- III. Arquetipos del jardín japonés: El país - el sintoísmo - la cosmología hindú -los mitos taoistas - el budismo
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El país: las islas y los lagos de los dioses
Aunque el arte japonés de la jardinería se desarrollo a lo largo de siglos de forma diversa, dando lugar a jardines de los más variados tamaños, temas y efectos, siempre podemos reconocer una lógica común del diseño que se relaciona con la esencia del paisaje, con aquello que la imaginación del hombre identifica con el país "en sí".
Desde los tiempos mas antiguos, vienen los vocablos shinto, islas de los dioses, y shinchi, lagos de los dioses. En ellos se reconocen las formas arquetípicas más primitivas que han fecundado la historia de la jardinería japonesa.
Japón es el pais de las incontables islas. Valles profundos surcan las cadenas montañosas, y no hay casi ninguna superficie llana. El paisaje japonés puede describirse con expresiones como: "pequeñas islas en el mar", "riachuelos serpenteando entre las montañas", "rocas afiladas en la costa", "cascadas precipitándose sobre muchos escalones". Es también el vocabulario formal de los jardines japoneses.
Creencias del sintoismo: arquetipos de lo sagrado.
Jardín del relicario Achi en Kurashiki (época prehistórica).La religión más antigua del Japón es el sintoismo. En su primera fase, el sintoismo natural, todavía sin santuarios fijos, desarrolló un simbolismo ritual de una claridad formal y de una simplicidad tales que todavía permanecen en el subconsciente coletivo del japonés.
Los primeros templos sintoístas ni siquiera tenían una sala central para la oración, sino que su referencia solía ser una montaña cercana, e incluso una roca o un arbol.
Más tarde, incluso en templos más elaborados, las divinidades no están representadas por imágenes sagradas, sino por símbolos reales, es decir por objetos materiales.
Shime: el arquetipo de la territorialidad.
Un shime es una señal que marca la toma de posesión. Significa literalmente "artefacto atado". Derivaciones suyas significan "tierra", "tierra tomada en posesión". Después incorpora el significado de "jardin", como un trozo de tierra separada de la naturaleza salvaje. Finalmente, significa "isla", "trozo de tierra que flota en el mar indomado". En los santuarios sinto, shimenawa designa las cintas que delimitan un ámbito sagrado. La fascinación japones por atar, manipular y mutilar las plantas en los jardines, o las reproducciones de paisajes en miniatura, arranca de una técnica cultural practicada en Japón desde hace siglos.
Shimenawa sobre la entrada del Templo Izuma-Taisha, el más antiguo de Japón.
El shimenawa consta de dos cordones de paja trenzados en sentido positivo. Se cuelga delante de los santuarios sintoístas y en otros lugares sagrados y merecedores de tal veneración. Según el pensamiento sintoísta, nada malo puede traspasar la línea divisoria del shimenawa.
Futami-kan Hinjitso-Kan: Sobre el dintel, un ejemplar de shimenawa, el cordon de paja sagrada.
En la bahía de Futamigaura, dos rocas surgen del mar, unidas por un cordon sagrado, el shimenawa. Se trata de un matrimonio de rocas, representantes de dos dioses de cuya unión surgió el archipiélago japonés. Es uno de los lugares de peregrinación mas importantes de Japón.
Iwakura: el arquetipo de la roca.
Grupos de rocas en una cascada seca en el valle de Ichijodani.
La piedra nunca desempeñó un papel especial como material de construccion en la arquitectura japonesa, salvo en los muros de las fortalezas.
En su lugar, la cultura japonesa le otorgó un estatus religioso, que hunde sus raíces en el culto a las grandes rocas en los primitivos santuarios sintoístas.
En Japón se tiene una sensibilidad especial para apreciar la más sutil peculiaridad de forma, color, y constitución de una roca, incluso atribuyéndosele las características de una persona (las piedras tienen pies y cabeza, pecho y espalda).
Y un jardín japones resulta inconcebible sin una extraña roca, o una combinación de piedras.
Shinden: el arquetipo agrario.
Relaciones geománticas básicas entre la montaña, el agua y los campos de arroz. (A): senda del hombre. (B): senda divina. (C): campos de arroz.
Según una antigua creencia, los dioses tutelares pasan el invierno en las montañas, y alli se les recoge con una ceremonia en primavera, siendo llevados a los campos de arroz donde viven como dioses del campo, hasta que, tras la cosecha del otoño, son devueltos a las montañas.
Esta creencia está esta en la base de los diagramas de los campos de arroz sagrados, shinden, que se estructuran según relaciones geománticas al principio japonesas y después según influencias chinas.
El complejo entero representa una especie de paraíso en el que la divinidad entra en contacto con el hombre y el hombre con la divinidad. El campo de arroz acaba integrándose, al principio de la época Edo, en el gran jardin de paseo de los daimio, los príncipes territoriales de la época.
Shumi-sen, la montaña como eje del mundo: Cosmología hindú.
Composición de rocas como símbolo del Shumi-sen en el Jardín del teplo Raikyu, en la ciudad de Takahashi.
Las fuentes budistas primitivas, a su vez referidas a imágenes hindúes más antiguas, conciben el mundo como un disco redondo en cuyo centro se encuentra una montaña, a su vez rodeada por siete macizos montañosos, entre los cuales se abren oceanos, todo siendo rodeado por un ultimo macizo circular de hierro. Esta imagen arquetípica se introdujo en Japón con la ascensión del budismo, y está reflejada a menudo en el jardín japonés por una piedra aislada sobresaliente, rodeada a veces por piedras más pequeñas.
Pero lo que marcó el espíritu de los isleños japoneses, mas que los detalles de la cosmologia hindu-budista, fué la imponente imagen de la montaña en el centro del mundo y el agua como germen de todo.
Las Islas de los bienaventurados: Mitología taoísta.
Una roca aíslada como isla, en un rincón oculto del lago Osawa.
Según la antigua mitología china, en un lugar lejano existen cinco islasdonde los hombres han alcanzado la inmortalidad y conviven en eterna armonía. Tras infructuosas expediciones organizadas para encontrar esas islas, el emperador Wu tuvo la idea de invitar a los inmortales a su palacio, y para este fin creo un jardín que imitara lo mejor posible el paisaje de las islas míticas en un gran lago artificial. Este mito se introdujo en Japón antes que lo hiciera el budismo, y hasta finales de la época marcó la arquitectura de los jardines japoneses, si bien reduciendo las cinco islas a una sola, la isla P'eng-la, en japonés Horai-zan.
Un monte Horai, una isla Horai, o bien una piedra Horai, a veces una isla de las tortugas, son suficientes para simbolizar la isla de los bienaventurados.
El paraíso del Buda Amida: creencias budistas.
Aspecto del jardín en torno al "Templo del renacimiento en paraíso", en el templo Sanzen-in de Ohara, Kioto.
El mito de la montaña como eje del mundo representa el camino de la meditacion y el mito de los bienaventurados representa el camino de la magia. Como hemos visto, ambos caminos están expresados en la jardinería de los santuarios budistas.
Un tercer camino, el de la entrega o devoción, fué representado en el paraíso de Amida. Según una cosmología budista, existe una tierra o país de la pureza llamado en japonés "Jodo", y esa tierra o país está regido por el Buda Amida. Quien en él renazca, llevado por la devoción, habrá dado un gran paso en su camino por alcanzar la forma de Buda. Este paradisíaco país de la pureza es descrito como un lugar con una serie de placenteros jardines llenos de bosquecillos umbrosos y lagos cubiertos de loto, y palacios lujosamente adornados.
La influencia del paisaje y la orografía japonesa, el sintoísmo, la cosmología hindú, los mitos taoístas, y el budismo, son pues las cinco influencias arquetípicas que están en la base de la jardinería japonesa a lo largo de sus 13 siglos de existencia. Sin embargo, cada época histórica marcará estos arquetipos con sus propias ideas sobre la forma y la función haciendo surgir a partir de ellos prototipos siempre nuevos y originales.